sábado, 18 de diciembre de 2010

Está bien, intentémoslo.

Empiezo por confesar que soy un indisciplinado total aunque me levante todos los días a las cuatro de la mañana a trabajar en mis proyectos. Caigo constantemente en ese error, tan humano,  de apasionarme con algo para luego dejarlo como si nunca hubiese sido interesante. Es que los hombres (y aquí incluyo a las mujeres porque no pienso caer en el error de alargar la escritura para satisfacción de una aberración del feminismo más aún cuando una de las propiedades del lenguaje es la abreviación) somos demasiado artísticos, nos deleitamos demasiado con aquello que incita nuestros sentidos y luego, cuando aquello requiere un esfuerzo de más, perseverancia en todo caso, dimitimos.

Cuando hace un poco más de dos años decidí crear este blog lo hice por curiosidad; y, como ocurre siempre con otros grandes proyectos, las ideas se quedaron guardadas en el baúl. Sólo hasta ahora y casi por casualidad me reencontré con este sitio y, analizándolo bien, no quiero que se desperdicie; así que con un atraso de dos años empiezo con este ejercicio de escritura. Que Dios nos acompañe.

Soy profesor de la vida. Vago estudiante de la muerte. Pablo Neruda