sábado, 8 de noviembre de 2014

"Tu rostro mañana": Un ensayo narrativo



"Fiebre y lanza", el primer libro de la trilogía de Javier Marías titulada "tu rostro mañana", fue virgen durante más de diez años. En mi casa nadie lo leyó. Probablemente porque el título se nos hacía un poco incomprensible, porque su autor no era muy reconocido o porque era muy largo o porque su comienzo no era llamativo, o porque no estábamos listos para leerlo, llegó a nuestro armario porque mi hermano lo había ganado en un concurso de ortografía, y además del libro, le dieron el juego del cruzaletras, con el que nos divertimos bastante.

Marías cuenta en primera persona la historia de Jacques o Jaime o Jacobo Deza, un intelectual español residente en Londres que tiene la facultad de la presciencia, bonita palabra que aprendí aquí, es decir, de poder adivinar cómo es la gente y cómo será, todo analizando su comportamiento en ciertas situaciones. (por eso el nombre un poco confuso del libro) y que debido a ese talento es reclutado por una especie de servicio de espionaje al estilo del M15 o M16 británico. Deza acaba de terminar su existencia matrimonial y parece querer enredarse con una de sus compañeras de trabajo, aunque todavía extrañe a su esposa y sus hijos que viven en España.

El libro es de tránsito un poco difícil por las innumerables reflexiones que hace el protagonista a lo largo del texto y que pueden llegar a suscitar tedio. Si bien es cierto que las conversaciones y las reflexiones están muy bien armadas y a pesar de que toca varios temas, los enlaza con maestría. Los primeros capítulos son difíciles porque no transcurre nada, no se nos ubica en ninguna parte, no se nos dice de qué manera va a estar narrada la historia, nada, son unas reflexiones acerca del silencio y del mal uso que hacemos de él, para después empezar a contextualizarnos en la historia. Ese exceso de reflexiones le hace perder agilidad a lo interesante que puede tener el texto, hay que reprimir varios bostezos y es una lástima porque lo que se cuenta es bastante interesante.

El autor maneja con maestría los tiempos narrativos y algunas técnicas como la retrospección,  también me parece muy bien elegida la trama de la historia, porque utiliza la presciencia,  no al estilo presuntuoso de Sherlock Holmes, sino de una manera formal. Además hay en juego unos elementos históricos y literarios que salvan el exceso de reflexión.

Si me pidieran una calificación de este libro, le daría un 7, nunca había leído nada de Javier Marías, a quien colegas como Pérez Reverte le encaran el hecho de ser un “gentleman de Oxford”, pero me ha dejado con la piquiña de buscar a otros autores contemporáneos de la península, aunque eso será sin duda, materia pendiente para el año entrante, si Dios quiere.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Ciclos



¿A donde viaja el viento
cuándo ya lo ha recorrido todo?
el agua lo sabe porque
ha sido hielo
gas
nube
río
orina
aguacero
charco de agua que se mete en los zapatos

El punto final no existe
Siempre los puntos son suspensivos

El hombre muere para llegar a ser
cadáver
alimento
abono
planta
vida

El engranaje gira constantemente
El veredicto final, interminablemente,
Se posterga
Se posterga
Se posterga

sábado, 6 de septiembre de 2014

Leyendo a Julio Verne

Julio Verne siempre había sido una materia pendiente para mí. Nunca lo había leído a pesar de que es uno de los recomendados para los jóvenes lectores y eso me había causado siempre un poco de escozor, de manera que entre mis propósitos para este año lo tuve en cuenta y la oportunidad se dió en Julio cuando adquirí en un 'segundazo' "20.000 leguas de viaje submarino" un viejo ejemplar de pasta dura y letra grande que se dejó leer en el curso de un mes.

Transcurridas algunas páginas no me quedó ninguna duda de que, de haberlo leído en mi niñez,  Verne habría sido mi escritor favorito: Las aventuras que viven los personajes son lo que de chico hubiese querido experimentar. La arriesgada misión de la fragata Abraham Lincoln y su encuentro con el narval son el comienzo de la historia, después se da el encuentro con el Nautilus, una de las cosas que me sorprendió fue la manera en que el narrador entra en contacto con el capitán Nemo y sus hombres, me imaginaba una cosa más 'europea' pero allí también tiene lugar la fuerza y el dominio.

El capitán Nemo es un personaje que merece un tratamiento aparte: Es un conocedor notable de la ciencia, pero a la vez odia la civilización, un poco a la manera de  Christopher McCandless, el protagonista de "Hacia rutas salvajes" pero en lugar de internarse en Alaska, el capitán Nemo se refugia en los océanos. "Tan solo en el mar existe la independencia" afirma. Es uno de esos espíritus libres que se rebelan ante lo convencional y deciden partir a la libertad, además tiene un sentido social admirable porque rescata tesoros submarinos para obras sociales en tierra firme. Sólamente al final nos lo quieren mostrar como malo, cuando el autor necesita deshacerse de él y su embarcación, pero es una personaje que demuestra también las dos caras que tenemos los seres humanos.

Es fácil identificar este texto dentro del siglo XIX por el predominio de las descripciones, algunas bastante densas y tediosas, además de las clasificaciones de los seres marinos que podían ser de algún interés para los zoologos, pero no para el lector común a quien no le interesa la familia, o el género de cierto cachalote, ballena o medusa. Este es, creo, uno de los puntos grises de la obra. Me gusta el final porque en el maelstrom se refleja el declive psicológico que sufren el capitán y la tripulación del submarino. 

Este libro me agradó bastante y me ha dejado con la espina de leer otra obra de este genio de la ciencia ficción.
 


jueves, 15 de mayo de 2014

La universalidad de la creación literaria*





Quisiera empezar este discurso eludiendo todos los aspectos formales del saludo para otorgarles la mejor de las dignidades que puede tener un ser humano: queridos amigos y amigas: Me alegra muchísimo que hayan acogido mi invitación y quiero agradecer su compañía, en este, uno de los momentos más importantes de mi vida profesional.

El motivo que nos reúne en esta tarde es el lanzamiento de una obra literaria, la culminación de un ejercicio del corazón, el alumbramiento de un sueño. Muchos de ustedes han elogiado este intento literario y han aplaudido lo que llaman mi ‘talento’ para escribir, por mi parte me he sentido inmerecidamente admirado porque tengo la convicción de que todos somos escritores y lo que aquí celebramos no es más que la constatación de la universalidad del poder de la palabra reflejada en esta sencilla novela corta.

La primera prueba de esta universalidad está en la sabiduría popular según la cual “de poeta, músico y loco todos tenemos un poco” Esa creencia acendrada de que tenemos un talento innato para expresar nuestros sentimientos se remonta, quizás, a esos primeros intentos artísticos, donde no había necesidad de maestros ni de críticos, donde los espacios de la caverna se llenaban con la palabra, esa palabra democráticamente repartida como el pan. Esa oralidad reflejaba los miedos, los sueños y las esperanzas de estos hombres primigenios y les proporcionaban el solaz que las enfermedades, las guerras, los amores contrariados y la vida salvaje les negaban.

 Los griegos creían que las musas transmitían el don del arte a ciertos afortunado, que incluso en algunos casos sólo eran repetidores de la palabra divina; en la edad media, el saber era un don exclusivo de los clérigos y habitaba únicamente en las abadías y monasterios, sólo las enseñanzas de la fe y la moral eran aceptadas como elementos literarios y cualquier otro intento era considerado vulgar. Como vemos, La idea de la exclusividad del arte es muy antigua y por ello se nos ha creado el imaginario de que sólo algunos pocos tienen el don de la palabra y el resto de los mortales únicamente podemos apreciarlo a través de sus obras.
  
Pero no fue sólo en la antigüedad. Nuestro mundo, su modelo económico y social nos impone la idea de una élite, cada vez más restringida que toma las decisiones por nosotros y escoge qué debemos hacer y cómo pensar, que nos señala unas modas, unas costumbres y unos conceptos. La literatura, infortunadamente, no escapa a esa realidad: Pululan los gurúes, maestros,  críticos y estratificadores que se encargan de mostrarla como algo inaccesible, demasiado abstracto, difícil de comprender y usan peyorativos para autores que se acerquen a la gente.  Aún en este siglo hay quienes se creen absolutos poseedores de la verdad y eso, en literatura, es todavía más insólito.

¿Es entonces la literatura un privilegio de pocos? ¿Es el arte, en general, patrimonio de una élite, llamémosla, cultural? Me es difícil entender esto porque recuerdo a los juglares del Medioevo, que vivían de cantar las desdichas y las glorias del cid campeador, ahí están los relatos orales de los bosques daneses y alemanes que fueron la génesis de los cuentos con los que se duermen nuestros hijos, incluso en la música, hermana de la literatura, fueron nuestros hombres de pueblo como Rafael Escalona y Alejo Durán los que crearon ese imaginario majestuoso y fantástico que inmortalizaría García Márquez en ‘Cien años de soledad’
  
Pero no fueron sólo estas evidencias históricas las que me convencieron de que la literatura no es un bien exclusivo ni una disciplina excluyente: la práctica de la docencia, el día a día con los jóvenes me ha demostrado que todos tienen una capacidad increíble para crear y recrear historias, en las clases veo con alegría cómo algo que llamaré el ‘gen literario’ comienza a funcionar y la ficción literaria se toma el salón de clases, Goethe, el romántico, decía que la juventud quiere ser más estimulada que instruida y es verdad: basta una idea, una pequeña luz para que los estudiantes se lancen al arte y creen obras que, bien editadas, podrían resultar geniales.

La diferencia  entre los que algunos de ustedes podrían llamar escritores y los que no lo son puede estar sencillamente en el lugar de prioridad que tenga la escritura en nuestras vidas, para algunos de nosotros la creación artística ocupa un primerísimo lugar e invertimos el tiempo y el empeño en crear y mejorar nuestras historias, y creo que eso es lo que han venido ustedes a ver: el logro de la constancia, más que la exposición de un talento, ese gran escritor que fue Richard Bach, el creador de Juan Salvador Gaviota decía "Un escritor profesional es un aficionado que no se rinde." Y Richard North Patterson, narrador juvenil norteamericano afirma que "La escritura no es producto de la magia, sino de la perseverancia."

Todos somos escritores, aunque no publiquemos, aunque nadie conozca nunca nuestros escritos, no estamos en manos del destino inexorable de los dioses que nos aleje de la posibilidad de escribir, de crear, ha pasado el día en que la inspiración de los hombres dependía de la apetencia intelectual de las musas, esta sociedad necesita más luces, necesitan hombres que muestren las estrellas a los demás para que retomen los sueños que perdieron hace tanto tiempo ahogados por la necesidad del pan diario, en una sociedad que parece derrumbarse minuto a minuto sólo nos resta  acogernos a la idea de Samuel Beckett quien decía: "Las palabras son todo lo que tenemos."

*Discurso de agradecimiento en el lanzamiento de mi novela corta: "los héroes son más útiles vivos"

miércoles, 14 de mayo de 2014

Lectura, Felicidad y Progreso



Todos los pueblos desean que las generaciones futuras alcancen los logros que quedan pendientes y puedan vivir mejor que sus padres,  ese es, básicamente, el concepto de progreso y se supone que pensando en eso se diseñan las políticas educativas de un país, lamentablemente en una nación como esta, que se improvisa cada día, el problema de la educación es secundario porque hay que ir apagando incendios en todos los otros frentes y parece no haber modo de ofrecerle a los futuros colombianos una base de estabilidad para ser felices, porque es la educación, y no la cerveza, como nos lo venden tan desacertadamente en los medios, lo que hará de este el país de la alegría.

Según un estudio publicado en diciembre pasado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) acerca del comportamiento lector en nuestros países, Colombia ha mostrado una mejoría interesante en el tema de lectura con respecto a mediciones anteriores, sin embargo sigue preocupando el dato de que el 52% de los colombianos se consideren No lectores y que de estos, el 64% afirme que no lee porque no le interesa, con resultados como esos no es difícil suponer por qué en las elecciones pasadas fueron tantos los votos nulos y por qué varios congresistas cuestionados se mantuvieron en sus curules.

Como docente constato diariamente esa apatía hacia la lectura: es producto de una formación cultural desacertada y décadas de políticas educativas mediocres encaminadas a formar solo trabajadores y no seres humanos plenos. Se ha hablado mucho en las últimas semanas de las pruebas PISA y queda el interrogante si en el actual enfoque educativo se está instruyendo a los estudiantes únicamente para rellenar óvalos en las diferentes pruebas (SABER, SABER 11, SABER PRO) en mi opinión: si hacemos que los niños y jóvenes amen la lectura, no va a ser necesario tanto aprestamiento.

Borges decía que la lectura era una de las formas de la felicidad, y ese concepto es el que hay que transmitir a los niños, sobre todo en la primera infancia que es cuando se forman sus gustos y actitudes. El único vehículo en el que pueden viajar la autonomía y la felicidad es la lectura placentera.  Visto desde esa perspectiva.  ¡Qué fácil es, alcanzar el progreso!

viernes, 25 de abril de 2014

Poesía en cuaderna vía


Con mis estudiantes de décimo estamos trabajando la cuaderna vía, el profe les deja el ejemplo de su creación textual.


Pienso en los amantes de hoy                      me parecen graciosos
Son amores virtuales                                   pero no son virtuosos
Parecieran intensos                                      mas no son amorosos
Se enamoran rápido                                     efectos desastrosos

Los contactos por Facebook                        No son nada especiales
solo son apariencias                                     rostros artificiales
no parecen sinceros                                      los jóvenes actuales
veo que los dominan                                    instintos animales

domingo, 23 de marzo de 2014

La historia de mi novela



El pasado 14 de Marzo publiqué con la editorial autores editores mi primera novela corta: ‘Los héroes son más útiles vivos’, en la que intento recrear lo que fue el último día de vida del general Rafael Uribe Uribe. Ahora quiero compartir con ustedes la historia de esta novela:

No sé por qué, pero la figura del general Uribe Uribe siempre ha estado en mi cabeza. Mi primer recuerdo acerca de él es siendo muy niño: tendría tal vez unos seis o siete años cuando encontré en la casa de un vecino las enciclopedias de la NHC (Nueva Historia de Colombia) y repasé sus fotografías; recuerdo que dos me impactaron fuertemente: una  era la de un despojo humano que varios hombres que me parecían muy elegantes llevaban arrastrando por la carrera séptima  y la otra, la de las hachuelas con las que mataron al general Uribe Uribe, exhibidas como si fueran trofeos.

Sin embargo, el encuentro que empezó a bosquejar en mi cabeza toda esta historia ocurrió en 2004 mientras trabajaba como dependiente de un café internet donde leí una publicación virtual de la revista Credencial Historia que se dedicaba exclusivamente a la muerte del general Uribe. El texto hacía referencia al libro ¿Quiénes son? De Marco Tulio Anzola Samper. Recuerdo que quedé admirado de que en una ciudad tan tranquila se pudiera cometer un crimen tan atroz en pleno mediodía.
Esa historia llegó a mi cabeza para quedarse. Supe de inmediato que tenía que hacer ‘algo’ con ella, aunque no tenía claro un enfoque determinado y decidí que mientras llegaba la forma final me dedicaría a hacer consultas y visitas para conocer al protagonista de mi historia. Una coincidencia bastante extraña me llevó a tomar, de una humilde biblioteca ubicada en una lejana vereda ‘El pensamiento político de Rafael Uribe Uribe’, en Junio de 2005 en la academia de historia leí ¿Quiénes son? y visité la casa museo Rafael Uribe Uribe; en la hemeroteca de la biblioteca Luis Ángel Arango encontré además una colección de su correspondencia familiar, y en ese portento salvador que es la biblioteca Germán Arciniegas había más de sus escritos políticos publicados por la editorial ‘Áncora’ en 1984 para conmemorar 70 años de la caída del paladín. Posteriormente encontraría también allí  las ‘memorias de Julián Uribe Uribe’

Decidí, al fin, recrear ese quince de octubre de 1914, pero recuerdo que tuve muchos problemas: la hoja en blanco, el gran enemigo, pero no era sólo eso: pensé que me enfrentaba a una empresa muy complicada para la que no me sentía preparado, no había leído muchas novelas que intentaran lo que yo quería hacer, en un momento intenté basarme en El general en su laberinto, pero el realismo mágico garciamarquiano me sobrepasó y quedé como al principio. Tenía otros temores: el de ser inexacto, el de ser irrespetuoso o ultrarrespetuoso, el miedo a ser monotemático,  el miedo a contradecirme o contradecirlo a él, y, claro está, el miedo, supongo de todo escritor novato, a que no escribiera el número de páginas suficientes, y para vencer estos miedos lo único que se me ocurrió fue hacer la planeación de capítulo por capítulo. De esa manera pude navegar por la novela sin tantas dificultades.


No recuerdo exactamente cuando empecé a escribir, pero sí tenía una fecha final: 2009, ciento cincuenta aniversario del nacimiento del héroe, ¿por qué no lo terminé para esa época? Porque surgieron muchos felices compromisos que estuvieron retrasando la llegada de este hijo literario: mi grado como licenciado en 2009, mi matrimonio, la llegada de mis dos hijos en 2009 y 2011 y la doble jornada laboral como docente de lengua castellana que empezaba a las 6.00 de la mañana y concluía a las 6.30 de la tarde, aparte de alguno que otro trabajo por horas los días sábados, ¿qué hacemos? A eso juega el sistema. Sin embargo el archivo ‘Proyecto R.U.U’ siempre estaba ahí llamándome y de vez en cuando lo repasaba pensando siempre en nuevas ideas. Un día dejé de corregir los errores porque caí en cuenta de que si lo seguía haciendo nunca iba a terminar el libro, ya me encargaría de eso al final. La fecha de publicación quedó pospuesta entonces para 2014, cien años después del asesinato.

En 2011, cuando ya llevaba dos capítulos ‘gorditos’ del libro, se me dañó el archivo del ‘Proyecto R.U.U’ y tuve que volver a empezar; en realidad no lo tomé como una catástrofe sino como una nueva oportunidad para replantear la historia, porque había algo en ella que no me terminaba de cuadrar, de manera que volver a empezar fue una buena excusa para agregar ciertas conversaciones, hacer descripciones y eso llevaba más trabajo, un dato me llevaba a otro, y a otro, casi hasta exasperarme, de manera que fue sólo el amor a este proyecto el que me permitió perseverar, también fue en esa época cuando encontré el libro de Julián Uribe y en vacaciones le hice lectura de aquellas partes que me interesaban para mi historia, consulté otros libros, leí varios artículos que confirmaron mis sospechas de que Aureliano Buendía y Rafael Uribe Uribe eran la misma persona, intenté infructuosamente traducir del inglés un libro que hablaba sobre él, en fin, seguí alimentando el proyecto seguro de que la oportunidad se daría en algún momento.


En septiembre de 2012 sufrí una fractura de muñeca que me retuvo un mes en casa y aproveché esos días para adelantar bastantes capítulos y mejorar las expectativas que tenía en cuanto a la terminación del trabajo, aunque fue en 2013 cuando el asunto se puso interesante: me quedé con medio trabajo. La preocupación económica fue constante, pero hice de la amenaza una oportunidad y decidí a terminar de una vez por todas esa obra, despertarse a las 4.00 a.m,  sintonizar la HJCK y leer y corregir y teclear, a veces hasta la salida del sol, se hizo costumbre, y a medida que iban pasando los días, las semanas y los meses, me alegraba con que se acercara la hora de la  muerte del protagonista.

También fue en esos últimos días cuando aclaré el título. Al principio pensaba titularlo ‘El perdedor’ en referencia a todas las luchas que emprendió y en las que fue derrotado, pero también pensando en oposición a que fuimos los colombianos los que perdimos con las reformas que proponía Uribe y no se hicieron. Ese título, sin embargo, no me entusiasmaba mucho, entonces en una de las conversaciones de la historia surgió la frase y me pareció que era mucho más pertinente, de manera que quedó así. El doce de octubre de 2013 terminé el libro y empezó un proceso de revisión exhaustiva que incluyó seis repasos a la historia, uno de ellas a manos de mi hermana, la periodista Luz Helena Mora. El resto ya lo conocen ustedes…