jueves, 14 de enero de 2016

Parricida

Ayer maté a mi padre
Fue en legítima defensa
¿"Ves esta herida larga y profunda? la hizo él
¿No me crees?  mete tu dedo en la herida
dime si no tenía razones para sacarle el corazón
dime si no tenía razones para romperlo con el cincel

A la primera puñalada, salió de su pecho una cascada de luz azul
brillante
como si se hubiese roto un zafiro y a cascadas se derramara su contenido
De su boca un hondo suspiro cuyo estridente sonido rompió cristales y porcelanas

Se fue desgonzando,
escurriéndose lentamente como en las películas.
Cuando me cercioré de que estaba muerto
le saqué los ojos, le quité los zapatos
y me fui para la guerra.

Confieso que fue difícil dejarlo morir.