viernes, 19 de julio de 2013

Soneto a Edgar Allan Poe

Buscando un poco en esta biblioteca, vacía como las iglesias, he encontrado esos poemas de Borges que se compilaron en El otro, el mismo, encantado con la gran cantidad de sonetos y otras bellezas líricas me ha impresionado éste acerca de Edgar Allan Poe, a quien tradujo alguna vez, de manera que aquí se los dejo

EDGAR ALLAN POE

Pompas del mármol, negra anatomía
que ultrajan los gusanos sepulcrales
del triunfo de la muerte los glaciales
símbolos congregó. No los temía

Temía la otra, la amorosa, 
las comunes venturas de la gente
no lo cegó el metal, resplandesciente
ni el mármol sepulcral sino la rosa

Como del otro lado del espejo
se entregó solitario a su complejo
destino de inventor de pesadillas

Quizá, del otro lado de la muerte
siga erigiendo solitario y fuerte
espléndidas y atroces maravillas

martes, 9 de julio de 2013

Fragmento de "El buscón" de Quevedo

En este momento estoy trabajando con mis estudiantes la novela picaresca y, a pesar de que hay varios fragmentos no había podido encontrar aquí en la red uno que me gusta mucho, en el que Pablos decide que se dedicará a ser pícaro y algunas de las primeras diabluras que hace mientras sirve a don Diego. Lo publico aquí para quien quiera trabajarlo

CAPÍTULO VI

DE LAS CRUELDADES DEL AMA Y LAS TRAVESURAS QUE HICE

“Haz como vieres” dice un refrán y dice bien, de puro considerar en él, vine a resolverme de ser bellaco con los bellacos, y más, si pudiese, que todos. No sé si salí con ello. Pero aseguro a v.m que hice todas las diligencias posibles. Lo primero, yo puse en pena a todos los cochinos que se entrasen en casa y a los pollos que del corral pasasen a mi aposento.


Sucedió que un día entraron dos puercos, del mejor garbo que vi en mi vida; yo estaba jugando con los otros criados y los oí gruñir y le dije a uno “vaya y vea quien gruñe en nuestra casa”. Fue y dijo que dos marranos. Yo, que lo oí, me enojé tanto, que salí allá diciendo que era mucha bellaquería y atrevimiento venir a gruñir a casas ajenas; y diciendo esto, le envasé a cada uno – a puerta cerrada – la espada por los pechos, y luego los acogotamos; y porque no se oyese el ruido que hacían todos a la par dábamos grandísimos gritos como que cantábamos y así expiraron en nuestras manos. Sacamos los vientres, recogimos la sangre, y a puros jergones, los chamuscamos en el corral; de suerte que cuando vinieron los amos ya estaba hecho, aunque mal si no eran los vientres, que no estaban acabadas de hacer las morcillas, y no por falta de prisa, que en verdad que por no detenernos las habíamos dejado la mitad de lo que ellas se tenían dentro. Supo, pues, don Diego y el mayordomo el caso y se enojaron conmigo de manera que obligaron a los huéspedes – que de risa no se podían valer – a volver por mí. Me preguntaba don Diego qué había de decir si me acusaban y me prendía la justicia. A lo cual respondí que yo me llamaría a hambre, que es el sagrado de los estudiantes, y, si no me valiese, diría: “como se entraron sin llamar a la puerta, como en su casa, entendí que eran nuestros”. Riéronse todos de las disculpas. Dijo don Diego: “a fe, Pablos, que os hacéis a las armas”. Era de notar ver a mi amo tan quieto y religioso, y a mí tan travieso, que el uno exageraba al otro, o la virtud o el vicio.

viernes, 5 de julio de 2013

Oda a la bicicleta

Piedra rodante
que no echa raíces
vehículo profundo
ideal, libertino, libertario

Ilusión rodante
viajas lenta, reteniendo el paisaje
observas a cámara lenta
cuadro por cuadro
eres caracol de rápidas decisiones

Humildad rodante
no presumes de velocidades
silenciosa como el amanecer
radiante como el mediodía
siempre joven como la noche

Obrera rodante
acompañas al trabajador
fiel compañera
como mujer abnegada
sólo pides lo mínimo
siempre comprensiva
siempre compasiva

amiga de la pachamama
te entregas a los deseos de quien te posee
y lo llevas a la libertad
piedra rodante
ilusión rodante
humildad rodante
obrera rodante