Sí, necesitamos
menos Nairos, menos Rigobertos, menos Catherines, menos Jackelines; necesitamos
menos de estas estrellas que fueron encontradas casi por accidente, necesitamos
menos de estos personajes casi superdotados que hicieron del deporte su
vocación, pero sobre todo su redención.
Necesitamos
menos de estos deportistas de los que alardeamos que “suben la montaña a punta
de cubios y arracacha” necesitamos menos de estos deportistas de los que nos
enorgullecemos de decir que ‘se hicieron solos’, de esos personajes que acaso
padecieron en manos del profesor de matemáticas o de lenguaje y que quizás
sufrieron la desaprobación del magisterio por practicar el deporte antes de
‘ponerse a hacer algo de verdad’. Necesitamos menos deportistas de estos que
pudieron encumbrarse en la cima de la competición mundial en medio de la
violencia, del desempleo, de las inequidades, de la falta de oportunidades. Menos
campeones que tuvieron que vender empanadas o hacer rifas en el comienzo de su
carrera para poder viajar a competir.
Claro que
merecen toda nuestra admiración y nuestro respeto, por supuesto que son
excepcionales y se hacen acreedores de todos nuestros aplausos, pero creo que necesitamos
una nueva Colombia donde historias de vida y superación como las de estos
deportistas queden en el pasado.
Los deportistas
colombianos del futuro no pueden pasar por los mismos inconvenientes, no pueden
seguir siendo marginados por el estado, no
puede ser posible que mientras celebramos la llegada de la paz el gobierno haya
reducido para este año el presupuesto para deportes justo en una época de oro
para disciplinas como el ciclismo, el atletismo y tantas otras que nos han
deparado grandes alegrías desde los olímpicos de Londres e incluso desde antes.
Para formar
grandes deportistas como lo hacen en los países potencia también es necesario
cambiar incluso nuestra perspectiva de lo que es la enseñanza de la educación
física, que deje de ser una materia ‘de relleno’ con la que se completa la
asignación académica de profesores de otras áreas, es vital fortalecer las
escuelas de formación y que dejen de ser un fortín burocrático como pasa con
tantas cosas en este país.
Se requieren grandes inversiones en este campo y no sólo hipócritas apariciones mediáticas
cuando nuestros deportistas consiguen los triunfos que ahí sí ‘son de todo un
país’ ojalá nuestros deportistas del futuro cercano no tengan que responderle a
los políticos como lo hizo Winner Anacona al presidente Santos en estos días: “Nos
hemos hecho solos”
Nuestros
deportistas del próximo lustro deben tener la voluntad, las ganas y el tesón de
Nairo, Catherine, Jackeline y tantos otros, pero sobre todo, deben contar con un país que
entienda al deporte como un regalo de la colombianidad al mundo y un gobierno consciente de que
aportar e invertir en el deporte es un paso adelante en la construcción de un nuevo país.