martes, 30 de enero de 2018

Frotar


Acabo de leer un cuento sobre un hombre solitario
que dibujaba sus sueños
En carboncillo delineaba febrilmente los contornos de sus amantes
Esas figuras, de senos pequeños y grandes caderas
Le gritan obscenidades con voces aflautadas
abren sus piernas y se muerden los labios
él siente que lo desean,
ellas le emocionan, le excitan sobremanera
los músculos tensos, el corazón galopante
una gota de sudor que recorre la espalda
la respiración agitada del asmático

Al fin llega el placer solitario
Que se desgarra en quedos gemidos de placer
Los amantes se sonríen
Ya no hay culpa en ellos
El placer doloroso se difunde por sus cuerpo
las piernas se relajan
Son ahora un péndulo en reposo

La mujer obesa sigue viéndolo con simpatía
con la satisfacción de quien superó el remordimiento
Él vuelve a su ensimismamiento
al jazz, a los libros,
ya será de noche otra vez
Volverá a soñar, ya con ella, ya con otra