jueves, 1 de enero de 2015

Siete errores que cometen los docentes



Estos días de vacaciones han sido una buena oportunidad para reflexionar acerca de lo que creo debe ser nuestro quehacer docente, y he estado pensado especialmente en algunos errores que no debemos cometer quienes nos dedicamos a este hermoso oficio. Esta lista no pretende ser una acusación ni un ‘memorial de agravios’ contra mis compañeros docentes, tampoco incluye comportamientos que sabemos que son antiéticos e incluso ilegales; surge simplemente del deseo de aportar algo en mejora de la calidad de nuestra educación


7. Dejar de lado la lectura y la actualización de los saberes
Creo que no es necesario escribir sobre la importancia que tiene la lectura en nuestra profesión. A pesar de ello, son muy pocos los que sacan tiempo para leer y actualizarse, muchos porque creen que es responsabilidad exclusiva de los docentes del área de humanidades, esa omisión causa  que nuestras clases sean eternamente iguales y no haya innovación, que a veces no tengamos elementos conceptuales para nuestras conversaciones en el aula, incluso en detalles que podrían considerarse menores como las faltas ortográficas que uno o dos estudiantes siempre terminan descubriendo para nuestro desencanto.

6. Resistirse a programas oficiales simplemente porque vienen del estado
En la mayoría de las acciones  el gobierno no ha estado a la altura de lo que requiere la educación en Colombia, pero no está bien desestimar sus programas porque sí, pongo como ejemplo el tema de la jornada única: muchos docentes han puesto el grito en el cielo sin estudiar los aspectos mínimos que la componen y sopesar concienzudamente si son más los beneficios que los perjuicios. Lo mismo ocurre con otros programas como el de vive digital para certificación en uso de TICs e incluso con las 10.000 becas para mejores pruebas Saber 11. Creo que al estado hay que atacarlo por muchas cosas, pero se deben aprovechar esas oportunidades para nuestro crecimiento y el de nuestras comunidades educativas. 

5. Dedicar más tiempo a tratar de halagar a sus directivos, que a motivar a sus estudiantes.
No tengo mucho más que añadir al título salvo que ‘hacer la fácil’ es subvalorar nuestras capacidades y temerle al  trabajo de verdad, que es el del salón de clase.


4. Ser el dictador de la clase.
Es un método muy común. Pretende que los estudiantes trabajen en clase y cumplan sus compromisos por el temor que les da perder la materia con un profesor rígido que no perdona una y con el que no se puede negociar nada. Generar miedo no implica necesariamente una motivación hacia el saber, es más: he visto casos de estudiantes que se frustran o dejan de lado el estudio de un área del saber en el que se sentían preparados por culpa de esa rigidez excesiva.  
Si bien es entendible que valoremos nuestra asignatura, también debe ser un reto para nosotros comprender a quienes no les gusta o sienten que no tienen talento para su aplicación, creo que con la correcta motivación y dejando de lado la estrictez estéril, incluso estos estudiantes pueden conseguir los logros mínimos de la asignatura.


3. Quejarse constantemente de su trabajo, de sus estudiantes,  de su salario y de todo
 Es común encontrar docentes sin vocación, profesores que creen que el magisterio es para volverse millonarios o que esperan que los estudiantes sean perfectos y no ocasionen contrariedades y desencantos, se parecen al doctor Chapatín al que no le gustaban los hospitales porque “siempre están llenos de enfermos”. Cuando un docente me dice que está pensando en renunciar para dedicarse a otra cosa porque “esto no produce” mentalmente deseo que le salgan bien las cosas y le deje su puesto a otro que ayude a construir porque debe ser frustrante  trabajar en algo que a uno no le satisface.   

2. Manejar mal las redes sociales
Podríamos hacer un artículo hablando sólo de este tema porque la cantidad de comportamientos incorrectos de parte de los docentes en las redes  es casi interminable. Los grupos de facebook dedicados a los docentes son, la mayoría de las veces, para muchos contenidos que, en realidad no tienen nada que ver con nuestra profesión sino para buscar enfrentamientos ideológicos, políticos (léase politiqueros) y hasta futbolísticos, en general se ha adquirido la costumbre de publicar para generar controversia. 
Creo que las publicaciones inadecuadas más comunes son dos: 
a. Las que pretenden ‘adoctrinar’ a los docentes sobre una u otra ideología llevada al extremo, lógicamente insultando e irrespetando al opuesto e incluso a aquellos que tienen una postura moderada.
b. Las criticonas que no proponen nada y tildan de conformista al que no se queja, generalmente carecen de argumentación para sustentar sus afirmaciones.
En esta parte también es importante retomar el punto 7, porque una gran parte de estas publicaciones tienen unas faltas de ortografía pasmosas.  

1. No darse cuenta de lo importante que es nuestro trabajo en la búsqueda por una sociedad más justa y amable

El título puede parecer muy idealista, pero es cierto. Muchos docentes no tienen idea del poder que tienen en las manos, nada menos que la de moldear la sociedad del futuro,  y se dejan llevar por un pesimismo y una modorra intelectual tremenda y con sus omisiones dejan que se perpetúen los mismos errores que cometieron con el sistema educativo de nuestra época. Es más cómodo cumplir con lo mínimo y no buscar en el fondo, es más fácil creer que los estudiantes no quieren ser educados y que lo que desean es pasar el año sin importar nada, es más fácil ser un docente que un inspirador.