viernes, 5 de febrero de 2016

Me gusta la bici, pero


Llevo cerca de tres años en que, por rebeldía con el tema de movilidad entre otras cosas, decidí desplazarme en bicicleta por la ciudad, ya sea al Barzal, al centro, por la avenida Catama, la vía a Acacías entre otras y he disfrutado de las muchas ventajas que trae el ejercicio contínuo. Tengo la convicción de que Villavicencio es una ciudad perfecta para la bicicleta: no se tienen aquí las exigencias topográficas de otros lugares, la mayoría de distancias son abarcables y la malla vial es aceptable para la mayoría de recorridos.

Casi siempre que conozco a alguien o me reencuentro con un amigo, compañero o conocido y en medio de la conversación surge el tema del uso de la bicicleta aparece la frase: “me gusta la bici, pero” acompañada de una serie de justificaciones muy respetables que he ido coleccionando, pero que considero no son graves impedimentos para poder disfrutar de la ciudad mientras se enrolla la cadena.

Me gusta la bici, pero ¿no es muy peligroso?
Creo que existe la falsa percepción de que andar en bicicleta es muy peligroso, creo que deriva de la suposición de que el ciclista es vulnerable ante los otros vehículos; personalmente me parece que andar en bicicleta no es tan arriesgado como andar en moto y lo corrobora la cifra de que en 2014 la mitad de los muertos por accidentes de tránsito en esta ciudad fueron motociclistas; al margen de esa comparación creo que si el ciclista porta los elementos de protección (casco, reflectivo, luces reglamentarias) conduce con prudencia (sacando las manos para cada giro, tratando de conservar la derecha, respetando los semáforos) y le hace mantenimiento constante a su máquina no tendría por qué tener ningún problema.

Por supuesto que la ciudad necesita, y urgente, una infraestructura para la bicicleta porque hasta ahora se reduce a ciclorrutas desconectadas y mal planeadas como esa del anillo vial, pero si vamos a esperar a que la alcaldía lo haga para andar en bicicleta nunca vamos a poder rodar, y menos exigirle a los gobernantes estas obras porque van a decir que no se necesitan, por eso valoro tanto lo que hacen grupos como los bicinavegantes: visibilizan la necesidad de darle un lugar en la ciudad a los ciclistas. Aprovecho para aplaudir su labor en este espacio.

Me gusta la bici, pero ¿no le da miedo que lo roben?
En septiembre de 2015 me atracaron, esa vez se juntaron dos cosas: andaba en una bicicleta costosa y me metí en una ‘olla’ (creo que se llama barrio Gaitán, al lado del INEM) el ciclista, como cualquier otro conductor, no puede dar papaya; debe evitar los sitios peligrosos a los que a veces ni la ley accede; también creo que por la ciudad se puede andar en una bicicleta “de combate” como la mía y preservar la rutera, la costosa, para los domingos de paseo.

Me gusta la bici, pero ¿cómo se aguanta uno este calor/frío?
Claro que en moto o carro se va uno más fresco y frente a esto la bicicleta no puede competir, pero si le molesta tanto evite salir a montar en horas de sol (por ejemplo antes de las 9 de la mañana o después de las 4) si es imposible hacerlo a esa hora,  lleve hidratación, gorra, mangas, toallita y ropa cómoda, piense también que usted no suda mucho más en un recorrido en bici por media hora, que subido en un colectivo atestado de gente en medio del trancón al mediodía y que llegará a su destino en una hora; si lo que le molesta es el sudor, lleve un splash o en casos extremos una camisa de cambio. Para la lluvia pues use el impermeable (en el mercado hay unas chaquetas excelentes) e instálele a su bicicleta guardabarros, de esa manera se reducirá la molestia del aguacero.


Usar la bicicleta conscientemente, más que una muestra de rebeldía, es un gesto de generosidad con el cuerpo, la ciudad y el planeta, por eso lo invito a que se quite el miedo y no se deje contagiar de las excusas para seguir usando, a veces irresponsablemente, el carro o la moto (he llegado a ver gente que saca el carro para recorrer 600 metros) si su trabajo queda a menos de cuatro kilómetros váyase en bicicleta, a veces la felicidad no es tan difícil de conseguir.