Ya en las primeras líneas quise renunciar a la
lectura: había visto esa muy buena adaptación para tv del cuento “iris
amarillos” y por el planteamiento inicial supuse que sería una repetición. Sin
embargo me sobrepuse a la decepción y empecé a leer suponiendo que ya conocía
al asesino y que la lectura sería cosa de trámite. Estaba equivocado, sin
embargo.
Con motivo del cumpleaños de Rosemary Barton su
esposo George organiza una cena en el restaurante “Luxembourg”; la acompañan
Stephen Farraday , político ambicioso (perdón por el pleonasmo) de origen
desconocido, con una fuerte presencia en el parlamento; su esposa Sandra,
posesiva, temeraria, heredera de una dinastía política importante; Anthony
Browne, un tipo del que nadie sabe nada pero como siempre, cuenta con encanto y
carisma; Ruth Lessing, secretaria incondicional de George, y la hermana de
Rosemary, Iris, una chica de carácter retraído.
Se apagan las luces del restaurante para
ofrecer a los comensales un espectáculo y cuando se vuelven a encender Rosemary
está muerta, se encuentra cianuro potásico en su bolso y el increíble dictamen
judicial, como lo resaltan varios de los personajes es “suicidio después de una
fuerte gripa” A pesar de lo insólito que parece nadie cuestiona el fallo, de
pronto su marido comienza a recibir una serie de anónimos advirtiéndole que su
esposa ha sido asesinada,
Con esa sospecha en la cabeza, George Barton
decide organizar un el mismo sitio, un año después, una cena con los mismos
invitados, y decide invitar también a un antiguo amigo suyo: el coronel Race,
que se niega a asistir por lo descabellado del plan, pero que va a jugar un
papel importantísimo en el resto de la novela.
El libro está dividido en tres partes, que
corresponden, cómo no, a las partes de la narración, que están correctamente
definidas como suele hacerse en esta clase de novelas , la traducción de esta
obra me tenía un poco molesto por la constante repetición de la expresión
“conque” además de algún término mal traducido que vi por ahí.
Los personajes están bien delimitados y sus
actuaciones se acomodan a la descripción psicológica que le dio la autora;
aunque el final me sorprendió no me dejó plenamente satisfecho: me parecía un
poco fantástico el hecho criminal, sobre todo un asunto relacionado con la
nacionalidad y el aspecto del asesino, aunque tengo que reconocer que el móvil
esto todo el tiempo frente a mí y no lo vi.
En resumen: 7 de 10, un buen libro para pasar
el rato y entretenerse en la resolución de los crímenes de esta prolífica
autora inglesa que tantas horas de esparcimiento me sigue dando.
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